Fortuna mia, salud. La sobrada importunacion de la invencible y gran fuerza del puro y leal Amor, que tan arraygado en mi, por tu soberana beldad tengo, es causa del atrevimiento mio, en osar aventurar la presente, tan solo para darte el para bien del raro privilegio, que nuestro soberano Dios concedio a tu perfeta hermosura, para subjetar en nuestro siglo los descuidados pastores, que por el deleitoso y verde prado entre las tiernas hiervas y fresca ribera sus ganados apascientan, gozando de la lumbre que los rayos del resplandesciente Sol de tu hermoso rostro, derraman en nuestra Europa, de manera que tu precioso gesto hermoseado de infinitas gracias y virtudes, gran tiempo ha tiene este mi abrazado coraçon, en bivas llamas ardiendo, porque desde el dia que mis ciegos ojos, tan particularmente quisieron deslindar tus gracias y perficiones contemplandote en la orilla del rio Serineo, baxo el suave foto y espeflura de los movedizos arboles de tu huerta, al punto que phebo en el alto mar se bañava, y su esclarescida luz entre los altos montes escondia, quando de mi mano las mançanas te embiava, el dia que cerca tu cristalina fuente tan hermosa te demostravas con el cayado que en tus alabastrinas manis llevavas, con tal denvuedo, que mi libertad entregue, en las enmarañadas redes, de tu profundissima beldad, quedando tan enlazado, que sin mas resistencia del todo fuy tuyo.